viernes, noviembre 25, 2011

Il pleut

Por David Aguirre


Lea mientras escucha:
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Una hermosa noche, si, llueve y me encantan las noches lluviosas en donde se puede percibir un gélido aire, en donde un buen cigarrillo es una  droga vigorizante y en donde en el único lugar en donde puede recibir calor es de un buen libro acompañado con música; aun así hoy no me es suficiente, esas notas musicales que me energizaban, hoy me martillan y me lastiman de la manera más miserable posible, el cigarrillo se convierte en un sorbo de cicuta que me envenena el corazón y el libro se convierte en una trampa de letras, que no entiendo sino simplemente me hieren como cuchillos calientes.

No soporto aquel singular tortura y decido caminar, lo sé, suena descabellado caminar en la lluvia, pero no veo opción  o tal vez si la veía,  pero simplemente este era un deseo instintivo, el cual pensaba que había perdido, siendo un hombre racional y lógico, no lo sé con certeza, sólo sabía que debía hacerlo que por algún motivo era mi deber y que si no cumplía no me lo perdonaría que sería desdichado siempre, así pues agarre mi paraguas y mi abrigo para dirigirme a mi destino a lo que de alguna manera deseaba y que no comprendía pero de algo que  si estaba seguro, es que marcaría mi vida para siempre.

La noche era gélida, más de lo usual, pero no me importaba es más, me gusta el frío y lo interprete como una señal para confirmar mis pensamientos, como si alguien me indicara que seguía el camino correcto, lo que  de alguna manera me anima y me produce una sonrisa burlona y empiezo. 

Camino, y simplemente observo como me es costumbre todo lo que está a mi alrededor, me percato de que es una noche sola, lo cual es bastante raro en el lugar que vivo, y me cuestiono si es que mi destino debe hacerse sin testigo alguno.  De repente veo un perro abandonado el cual se encontraba mojado y su pata señalaba que había sido lastimado,  el cual me lanza una mirada fija, algo que jamás había visto en un perro. Muevo mi mano el sigue con su mirada fija la  cual me incomoda, y sigo mi camino para evitar esa mirada tan penetrante.

Pasa el tiempo, camino y observo pero nada pasa, miro mi reloj y veo que llevo dos horas caminando, de repente la lluvia cesa, y empiezo a sentir un vacío, no había pasado nada singular, todo seguía igual,  de pronto un terrible dolor invade mi espalda,una mano revisa mi bolsillo, saca mi billetera y se va, toco mi espalda con mi mano y al observarla veo  rojo, siento un frío tan único y simplemente caigo.  

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